viernes, 19 de junio de 2009

Estoy harta de la gente de mierda.

Estoy harta de meter la pata.

Estoy inconsolable.

Y la tristeza me pega mal. No es esa tristeza de "me tiré en la cama a llorar y llorar y no comí por tres días y me quería morir pero ya estoy mejor". Es una tristeza que llega, se instala profundísimo, en cada pedazo de mí, y se queda ahí mientras los días pasan.

Y funciono, hago lo que tengo que hacer, hasta te puedo hacer chistes, hacerte reir, mantener una conversación cualquiera, darte ánimos si estás triste, abrazarte y decirte que va a estar todo bien, que no te preocupes, y hasta puedo lograr que me creas y que te sientas mejor.

Pero yo sigo igual. A mí eso no me pasa. Podés venir y decirme lo que quieras y yo te escucho, y te doy la razón (¿por qué no ibas a tener razón?), pero nada, adentro no pasa nada, las palabras rebotan. Mi panza sigue igual de revuelta, mis ánimos bajos, mi fuerza mínima, y la vida sigue, a ratos sin sentido, a ratos con raptos de lucidez.

Y creo que por eso siempre me buscaba un paliativo, por que en el fondo sabía que un duelo para mí no es joda, así que mejor agarramos la siguiente liana. Pero ahora hay que hacerlo, no queda de otra, porque no hay liana que sirva, porque no hay ganas de liana ni de nada. Sólo ganas de transitar, y de llegar al fondo, aunque ahora parece que no hay, pero en algún momento va a aparecer, y hay que limpiarlo.

Uf. Qué días.

martes, 16 de junio de 2009

afuera relámpagos

y uno que otro trueno perdido después de la tormenta.

las tormentas eléctricas me gustan.

frondosas copas se agitan frescas frente a mi ventana: el olor de sus viejísimos troncos húmedos, de sus hojas recién lavadas, llega hasta acá.

el reflejo en el vidrio me dice que ya no seré la misma.

ésta, la nueva, llegó un poco de sopetón, y como que no se acostumbra a esta piel.

o esta piel no la quiere terminar de recibir.

y es que las llagas...

y la carne viva, carajo.

la carne viva.