De mis amigos más queridos, hoy, tres de ellos, con los que en este momento mejor me entiendo y más ganas tengo de estar, están en León, Guanajuato, ciudad del orto que sufrí y odié (aunque lo cierto es que con gente así, rebuscándotelas, podés convertir esa -si, mirá lo que te digo, León- pero también hasta la más chota en una ciudad linda, loca, divertida y hasta sexy).
Es increíblemente absurdo.
La otra está en Oaxaca, pero con Oaxaca todo bien.
jueves, 30 de julio de 2009
martes, 28 de julio de 2009
¿Serán las hormonas? ¿será la soledad? ¿será la novedad?
En mi laburo nuevo hay un pibe que me encanta. Pero mal.
Anoche soñé con el, y (como debe ser en un sueño así) teníamos una química impresionante.
Es que es un bombón, y tiene todo lo que me gusta en un hombre generalmente, potenciado.
El tema, es que debe tener, mínimo, unos 8 años menos que que yo.
Ah bué, pasamos de 45 a menos de 25.
Al menos parece que la agujita del objetivo se va regulando...
Update: me acabo de enterar que el susodicho tiene 21 recién cumplidos. Demasiado para mí. Ya no puedo ni siquiera fantasear. ebué.
Anoche soñé con el, y (como debe ser en un sueño así) teníamos una química impresionante.
Es que es un bombón, y tiene todo lo que me gusta en un hombre generalmente, potenciado.
El tema, es que debe tener, mínimo, unos 8 años menos que que yo.
Ah bué, pasamos de 45 a menos de 25.
Al menos parece que la agujita del objetivo se va regulando...
Update: me acabo de enterar que el susodicho tiene 21 recién cumplidos. Demasiado para mí. Ya no puedo ni siquiera fantasear. ebué.
domingo, 26 de julio de 2009
sábado, 25 de julio de 2009
Y se me ocurre
que probablemente el hecho de que fuera una relación tan pobre, tan irreal, tan ficticia, sea lo que me deja más preocupada por lo que me queda entre manos que por él y su ausencia.
Qué loco.
Qué loco.
Gettin' there
Anoche salir del laburo fue una odisea, luego de días de calor sin lluvia -o apenas- y cielo amagoso, exactamente a las 6:30, media horita passed el final oficial de mi jornada y momento en que pensaba en comenzar a prepararme para partir, se suelta.
Una lluvia de esas de me estaba aguantando las ganas y ahora sí, agárrense que ahí les voy.
No paraba, y qué buen ritmo, qué bárbaro: no paró de llover a cántaros por lo que calculo fue más de una hora.
Tipo 8 empezó a disminuir la cosa, y yo, ya sintiéndome medio presa, me dije ahora es cuando, patitas pa qué las quiero. Total que salgo, camino media cuadra bajo una llovizna más que agradable -salvo por los ríos en las veredas, poco convenientes para mis crocs- y zas, otra vez.
Así que comete 15 minutos abajo de un techito, apretujada entre los demás guarecidos, con un homeless al lado tuyo sentado en el piso, moneadísimo, lo más pancho, empapado y empapándose aún mas con los dichosos riítos. Y la verdad yo soy muy maricona para esas cosas, esas imágenes me parten en corazón, me duelen, me dan impotencia y me parecen injustas. Más que el apuro de llegar a casa -aunque había refrescado mucho los demás guarecidos me tapaban el chiflete y me protejían las patas empapadas- lo que me hizo rajar al primer asomo de disminución lluviosa fue el homeless. Porque a la escena agregale un hijoderemilputa que llega a darle más paco al tipo, y a decirle mil cosas que, o lo reputeás al tipo y te cagan a trompadas él y el homeless, o te vas.
Total que huyo y llego al metrobús, casi sin mojarme para mi sorpresa (la ventaja de la frondosidad de los árboles de San Angel), y llego a casa rapidísimo y sentadita (he tenido una suerte que hasta me da miedo salar contando que todos los microbuses me tocan vacíos y rapidísimos).
Y de repente, caminando de la parada a casa me doy cuenta.
No pensé en él en toda la semana. O bueno, si, pensé en él, pero es un pensar más como de revisión de lo que pasó: recuerdo cosas, situaciones, actitudes, escenas; fotografías que me están ayudando a reconstruir la historia y darme cuenta de mil cosas, siendo la más importante que, aunque me dolió y me duele y me seguirá doliendo que ya no esté conmigo, es lo mejor que me pudo pasar. Pero bueno, el tema cuando pienso en él así no lo pienso extrañándolo.
Pero ahora sí, lo extrañaba. Y ahí me doy cuenta: lo extraño los fines de semana.
Fines de semana como este, camino a casa, sola, cansada, con hambre, medio cagada de frío (me niego a llevar abrigo que no voy a usar en todo el día porque hace un calor bochornoso, y no voy a cargar un sueter que voy a usar media hora a la noche, prefiero cagarme de frío esa media hora y listo).
Un viernes, sin más que hacer, sin más que pensar, sin gente que conocer, sin convivencia, y sin plan de viernes porque tus amigas se cansaron de invitarte a todos lados para que nunca vayas, porque realmente no tenés ganas de salir y gastar plata al pedo para emborracharte, ligar, hablar boludeces, cogerte un pibe, olvidarte de todo por 3, 5, 7 horas.
Porque de lo que ralmente tenés ganas es de transitar el duelo y la tristeza y buscar la manera de asumir y procesar de la manera más sana que puedas.
Y claro, además de que te sentís un poco vieja y fuera de circulación y necesitás reencontrarte con vos.
Y claro, también porque durante años los fines de semana nunca estabas porque estabas con él, y tus demás amistades aprendieron a no contarte los fines de semana, y no van a volver a integrarte hasta que no reaparezcas. En fin.
Total que igual, a pesar de que sentía y pensaba todo eso mientras caminaba, me sentí bien. Me gustó estar sola, me gustó pensar que me había olvidado el celular y darme cuenta que como ya no estoy pendiente no le doy mucha bola. Me gustó sentirme dueña de mis tiempos, mi cuerpo, mis ideas y saber que sí, estoy transitando y aprendiendo a vivir con mis decisiones pero sobre todo, conmigo misma.
Y me encuentro en el camino un puestito de tamales que olía delicioso y me compro un oaxaqueño de mole que era una cosa tan rica, tan bien preparada, que parecía que adentro de la vaporera había una oaxaqueña amasándotelos en el momento y poniéndoles el mole que acababa de preparar con sus propias manos.
Y decido que sí, que esto de transitar con conciencia, alerta y decidida, pero a la vez dejando fluir, rocks. Así es y así será hasta que llegue la siguiente fase.
Y llego a mi casa y me pongo a buscar cines para cerrar la noche y mensaje del Negro: "mamá y hugo nos invitan al 1900, a las 22:30 ahí".
Ah bueno, sin cine pero con postre: unos profiteroles rellenos de helado de vainilla y bañados en chocolate amargo, con frutillas. Charla agradable, lugar lindo, buena vista, y a dormir.
Todo sigue, todo fluye.
Una lluvia de esas de me estaba aguantando las ganas y ahora sí, agárrense que ahí les voy.
No paraba, y qué buen ritmo, qué bárbaro: no paró de llover a cántaros por lo que calculo fue más de una hora.
Tipo 8 empezó a disminuir la cosa, y yo, ya sintiéndome medio presa, me dije ahora es cuando, patitas pa qué las quiero. Total que salgo, camino media cuadra bajo una llovizna más que agradable -salvo por los ríos en las veredas, poco convenientes para mis crocs- y zas, otra vez.
Así que comete 15 minutos abajo de un techito, apretujada entre los demás guarecidos, con un homeless al lado tuyo sentado en el piso, moneadísimo, lo más pancho, empapado y empapándose aún mas con los dichosos riítos. Y la verdad yo soy muy maricona para esas cosas, esas imágenes me parten en corazón, me duelen, me dan impotencia y me parecen injustas. Más que el apuro de llegar a casa -aunque había refrescado mucho los demás guarecidos me tapaban el chiflete y me protejían las patas empapadas- lo que me hizo rajar al primer asomo de disminución lluviosa fue el homeless. Porque a la escena agregale un hijoderemilputa que llega a darle más paco al tipo, y a decirle mil cosas que, o lo reputeás al tipo y te cagan a trompadas él y el homeless, o te vas.
Total que huyo y llego al metrobús, casi sin mojarme para mi sorpresa (la ventaja de la frondosidad de los árboles de San Angel), y llego a casa rapidísimo y sentadita (he tenido una suerte que hasta me da miedo salar contando que todos los microbuses me tocan vacíos y rapidísimos).
Y de repente, caminando de la parada a casa me doy cuenta.
No pensé en él en toda la semana. O bueno, si, pensé en él, pero es un pensar más como de revisión de lo que pasó: recuerdo cosas, situaciones, actitudes, escenas; fotografías que me están ayudando a reconstruir la historia y darme cuenta de mil cosas, siendo la más importante que, aunque me dolió y me duele y me seguirá doliendo que ya no esté conmigo, es lo mejor que me pudo pasar. Pero bueno, el tema cuando pienso en él así no lo pienso extrañándolo.
Pero ahora sí, lo extrañaba. Y ahí me doy cuenta: lo extraño los fines de semana.
Fines de semana como este, camino a casa, sola, cansada, con hambre, medio cagada de frío (me niego a llevar abrigo que no voy a usar en todo el día porque hace un calor bochornoso, y no voy a cargar un sueter que voy a usar media hora a la noche, prefiero cagarme de frío esa media hora y listo).
Un viernes, sin más que hacer, sin más que pensar, sin gente que conocer, sin convivencia, y sin plan de viernes porque tus amigas se cansaron de invitarte a todos lados para que nunca vayas, porque realmente no tenés ganas de salir y gastar plata al pedo para emborracharte, ligar, hablar boludeces, cogerte un pibe, olvidarte de todo por 3, 5, 7 horas.
Porque de lo que ralmente tenés ganas es de transitar el duelo y la tristeza y buscar la manera de asumir y procesar de la manera más sana que puedas.
Y claro, además de que te sentís un poco vieja y fuera de circulación y necesitás reencontrarte con vos.
Y claro, también porque durante años los fines de semana nunca estabas porque estabas con él, y tus demás amistades aprendieron a no contarte los fines de semana, y no van a volver a integrarte hasta que no reaparezcas. En fin.
Total que igual, a pesar de que sentía y pensaba todo eso mientras caminaba, me sentí bien. Me gustó estar sola, me gustó pensar que me había olvidado el celular y darme cuenta que como ya no estoy pendiente no le doy mucha bola. Me gustó sentirme dueña de mis tiempos, mi cuerpo, mis ideas y saber que sí, estoy transitando y aprendiendo a vivir con mis decisiones pero sobre todo, conmigo misma.
Y me encuentro en el camino un puestito de tamales que olía delicioso y me compro un oaxaqueño de mole que era una cosa tan rica, tan bien preparada, que parecía que adentro de la vaporera había una oaxaqueña amasándotelos en el momento y poniéndoles el mole que acababa de preparar con sus propias manos.
Y decido que sí, que esto de transitar con conciencia, alerta y decidida, pero a la vez dejando fluir, rocks. Así es y así será hasta que llegue la siguiente fase.
Y llego a mi casa y me pongo a buscar cines para cerrar la noche y mensaje del Negro: "mamá y hugo nos invitan al 1900, a las 22:30 ahí".
Ah bueno, sin cine pero con postre: unos profiteroles rellenos de helado de vainilla y bañados en chocolate amargo, con frutillas. Charla agradable, lugar lindo, buena vista, y a dormir.
Todo sigue, todo fluye.
miércoles, 22 de julio de 2009
Unas por otras
Bué. So long thursday night out with the girls. Ari decidió de último momento que se va a Oaxaca (ahhh... Oaxaca... tiene ese efecto en la gente... si yo pudiera también lo haría) y Jess preferirá que sea el jueves que viene.
Una pena, porque están de la cabeza y nos divertimos mucho juntas. Me pierdo una buena noche, que ya me viene haciendo falta.
Por otro lado me salvo de encontrármelo a él, el quetejedi, el innombrable, el patán, el malhombre (me contó un pajarito que andará por acá el finde), y de que me amargara la noche con alguna payasada de las que tan bien le salen.
Todo pasa por algo.
Una pena, porque están de la cabeza y nos divertimos mucho juntas. Me pierdo una buena noche, que ya me viene haciendo falta.
Por otro lado me salvo de encontrármelo a él, el quetejedi, el innombrable, el patán, el malhombre (me contó un pajarito que andará por acá el finde), y de que me amargara la noche con alguna payasada de las que tan bien le salen.
Todo pasa por algo.
lunes, 20 de julio de 2009
Igual
hay logros, eh? hay equipo. y a pesar de la falta de jugadores, puede llegar a ser bastante funcional.
Es un hecho
estoy loca. y me siento muy anormal. imagino que lo último es común. pero lo primero, no hay duda.
miércoles, 1 de julio de 2009
Vos
Parece que te venís nomás.
Solito y tirotero.
Sólo una cosa: dame amor, sonreíme como entonces, haceme sentir ese calorcito en la panza, mirame con tus ojos gatunos y tirame algún chamullo de esos tuyos, únicos.
Uf, dejame comerte la boca a besos, hasta que se te hinche y se te ponga colorada. Que te ponés tan lindo así.*
Qué bello Abril.
*dejame mimarte, susurrarte cosas lindas, recordarte que me encantás, acariciarte la espalda, verte dormir.
Solito y tirotero.
Sólo una cosa: dame amor, sonreíme como entonces, haceme sentir ese calorcito en la panza, mirame con tus ojos gatunos y tirame algún chamullo de esos tuyos, únicos.
Uf, dejame comerte la boca a besos, hasta que se te hinche y se te ponga colorada. Que te ponés tan lindo así.*
Qué bello Abril.
*dejame mimarte, susurrarte cosas lindas, recordarte que me encantás, acariciarte la espalda, verte dormir.
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