miércoles, 16 de abril de 2008

Cruel as children

La vida me ha enseñado, a veces con humor, pero las más con tristeza, rabia y enojo, que uno no es nadie para juzgar a los demás, ni para meterse en su vida si no ha sido invitado, ni para burlarse de sus rayes/falencias/dificultades o simplemente ridiculeces, por más ridículas que sean, si está viendo que no lo pueden asumir -ni qué decir de reirse de ellas.

Pero he caído. Hoy, ahora, no sé porqué, me estoy acordando. Me encontré con gente que realmente logró sacarme de las casillas y con la que me desquité de la manera más cruel y mordaz.

Tuve una compañera de trabajo a quien de hecho quise mucho y era una excelente persona. Pero tenía una gran contra: era lenta. Si!! qué absurdo no? qué aspecto más raro para quejarse de alguien. Pero el problema no era sólo ese. Su lentintud era práctica, física, pero también de cabeza -y no era tonta eh? al contrario-: se olvidaba de todo, se quedaba pensando minutos que parecían horas, confundía todo.

Si hubiera sido sólo una amiga probablemente me hubiera divertido con esa manera tan particular de ser y sus despistes, pero en ese entorno, su manera de ser nos pasaba a joder a todos. Era como un palo de plástico blando en la rueda de la bici: te deja avanzar, no te tira ni te detiene. Pero hace todo mucho más trabajoso, más -valga la redundancia- lento, te desvía la rueda, y te cansa.

Un día en el que calculo mi capacidad de tolerancia estaba baja, o quizás su condición peor que nunca, decidí, en vez de enojarme, hacerle un chiste. Cómico y divertido para todos, pero mordaz.

Desde entonces, e incluso cuando ya no trabajábamos juntas y ella vivía fuera de México, pero nos veíamos cuando regresaba de vacaciones, en el mismo entorno, con la misma gente, el sobrenombre -que no recuerdo pero no era muy liviano que digamos- y tooodas las bromas accesorias a el no dejaban de repetirse, hasta llegar al punto de que su fama comenzó a expandirse.

Hoy no sé nada de ella, ni dónde esté ni que haga -pero sé que no se pegó un tiro ni se volvió maníaco-depresiva, vamos, que al fin y al cabo estos no son mas que sensibleros y poco inlfuyentes recuerdos. Pero éramos buenas conocidas, nos teníamos cierto afecto, y nos llevábamos muy bien. Era -es- buena mina. Pero en el fondo siempre supe que a pesar de todo eso de alguna manera le puse algo en la rueda, y me parece que fue un palo. Se notaba en esa sutil expresión cada vez que volvíamos a escuchar el mismo chiste. Una y otra vez.

Luego, en otro trabajo, tuve otra compañera que era increíble. Le ponía Valentina negra a los ñoquis. Si. Imaginate.

Pobre chica. Era un coctel de brusquedad, torpeza, grotesco y extrema simpleza con brazos y piernas. Físicamente y en escencia. Era, de veras, muy difícil estar cerca suyo, porque además hablaba sin parar: la angustia oral y el impulso, sus artes. No así su voz: difícil considerarla artística, hasta para el arte objeto y el kistch.

Todo un caso. Empezamos con Robotina. Pero nos pareció demasiado sutil, demasiado generoso. No sé cómo, derivó en Robobestia. Robobestia. Pobre chica. Nunca pudo salir de ahí, por lo menos en el tiempo que estuvo con nosotros. Al punto que se convirtió en un fenómeno: venían vecinos, curiosos, a conocer a La Robobestia, animados por las anécdotas que había oído por ahí. No miento.

En honor a la verdad debo decir que ella era felíz así, quizás no le quedaba otra. No podía reinventarse, pero no quería morir. Y hoy, mirando para atrás, casi que la admiro. Porque a pesar de todo, ella seguía siendo orgullosamente la misma y no se dejaba abatatar.

Después le bajé bastante,no por hacerme la buena ni mucho menos, pero qué se yo, quizás me acordé de mis torpes y permanentemente fuera de lugar infancia y adolescencia, y verme ahí hizo que me diera cuenta que todos podemos estar en ese lugar alguna vez: antes, ahora, o en el futuro.

Dejar de hacerlo no me hace sentir protegida ni excusada, simplemente me hace sentir mejor, más liviana -hay tanto con lo que llenar la mochila en esta vida que aprender a soltar peso se vuelve esencial- menos a la defensiva... do no evil, see no evil? no sé si es para tanto... quizás eso ya sería evasión.

En fin, no es que esté al pedo, es que tengo tanto que hacer que mi cabeza empieza a evadirse.

Y la tarde tan linda afuera.

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