martes, 3 de junio de 2008

Sitiada

Y todo por vaga. Por ser tan huevona. Flor de huevona.

Hace como un mes me quedé sin empleada. La señora que venía a casa a limpiar, un día, así nomás, decidió desaparecer y dejarnos a todos colgados -a mi, a la amiga que me la recomendó, a su novio.

Buscar alguien que venga a tu casa a limpiar en esta ciudad no es moco de pavo. Primero: que sea de confianza. Segundo: que tenga iniciativa. Tercero: que limpie bien. Cuarto -quizás segundo-:que te dure más de un mes.

Mi casa no es tan grande, y la verdad con mi estilo minimalista (que por suerte logré contagiarle a él, el hombre más chacharero del mundo), poco es lo que hay que mover para limpiar. Aún así el depa es extenso, y mi espíritu de ama de casa pobre. Igual logré mantenerlo relativamente limpio -o por lo menos presentable-: un cuarto por día, el baño bien una vez a la semana, aprovechar y hacer cositas de la casa cuando la capocha no da más para distraerme y demás truquitos fueron ayudándome a mantener la casita en pie.

Pero afuera. Afuera me da una fiaca limpiar!!! no sé por qué. Cada vez que regresaba a casa o salía a regar mi preciosísima bugambilia y veía ese piso, no asqueroso, pero si poco mirable, me metía rápido a casa haciendome la que no me daba cuenta. Y el tema es que la entrada de casa es parte de las áreas compartidas. Así que, luego de posponer durante tres días, una mañana, mientras despidía a mi maridito que se iba a trabajar, y lo acompañaba afuera para desearle entre besos un buen día -ay los recién concubinados- se me ocurre decir -creo que más por él que por mí- "Hay este piso, un asco, lo voy a limpiar ya", y en ese preciso momento, aprovechando el envión fui por mis implementos.

En las que se mete una por hacerse la linda. Ahora que lo pienso, ma'sí, hubiera dejado el piso así y lo hubiera limpiado cuando se me diera la gana. O nunca mirá. Nunca. Que lo limpiara hoy Aurora, mi nuevo ángel de la guarda, y si se veía feo y no les gustaba mientras tanto, que se jodieran, qué tanto.

Total que salgo a mi quehacer cuando de repente una sombra a mi lado. En qué momento? cómo no escuché la puerta para meterme a hacerme la boluda el tiempo que fuera necesario?

En el DF los vecinos raramente te dan bola, y si lo hacen es para crear un lazo pura y exclusivamente cordial y distante... como para tener claro a quién tienen alrededor -esa costumbre chilanga de estar siempre a las vivas por las dudas- o en todo caso funcional... pero en la que lo importante es la alta cuota de intermitencia más para el lado de la invisibilidad que de la presencia, lo cual, debo reconocer, me encanta.

Regresemos a la sombra. No, no era un fantasma. Era, muy vivita y coleando, C, mi vecina de al lado, que "justo" limpiaba también su piso en ese momento, y cuya hija, marido y prole viven ENFRENTE suyo. Enfrente.

Charla de colectivo, invitación a vinito o cafecito de bienvenida, mención de hija y nietos -"luego te los presento" (yo asentí poco entusiasmada y volé a mi guarida, asumiendo que ese luego era lejano y con suerte simbólico).

Diez minutos, timbre, no contesto -nunca contesto, generalmente son los del agua que no entienden que me abastezco sola-, timbre y timbre y me levanto a las puteadas al portero a gritar "no gracias" mientras pienso mil maneras diferentes de dejar al pibe sin dedos. El portero no era, y mi peor pesadilla hecha realidad: C en la puerta. Con su hija.

Llévame a mí, señor.

Señora bien, convencional, tradicional, santa, pura, dedicada madre de 6. Con su hija -igual, pero madre a sus 35 de dos retoños que cria y cuida su nana (y cuando digo su nana me refiero a la misma que la crió a ella). Este casto par, de visitas en casa de una mina de 30, precoz, concubinada, que se sienta y se le asoma la tanga, que no usa sotén, tatuada, libertina, medio hippie y agnóstica.

Qué cuadro, madre mía.

Cuando reaccioné ya estaban sentadas en el sillón, escaneando mi casa, toqueteando mis almohadones guatemaltecos -que mantengo prístinos porque son una chulada- y esperando, obviamente, una tacita de café. Las pelotas. Agua en todo caso, y caliente se las iba a dar, a ver cuándo volvían. Pero rechazaron todo, las guachas, no querían incomodar. Diantres. Supongo que mi expresión me delató.

Santa madre hizo los honores y presentó a su florecita, vaticinando el inicio de una vecindad que dejaría de serlo para convertirse en amistad.

Mátenme, ya. Ahora mismo. No importa que sea de manera lenta y dolorosa.

Por suerte mi casi súplica explicando que estaba tapada de trabajo y en entrega me ayudó a zafar del "cafecito de bienvenida", pero una cita a la que no podía faltar me fue recetada por la tarde: un fresco clericot me esperaría, acompañado de una agradable charla.

Ni aunque me hubieran llenado el vaso y la jarra de monedas de oro.

Al final, luego de un ratito, se van. Gracias. Gracias. Casi me vuelvo guadalupana.

Sigo laburando, llega Quim y salimos a comer afuera, coyuntura que aprovecho para borrarme buena parte de la tarde.

Llego, tarde, a casa. Y se asoma florecita de la puerta de mami. "Que dice mi mamá que si te has olvidado de la cita".

Tres horas. Hasta al bichi le tocó, a quien llamé en la esperanza de que me recordara algún compromiso importantísimo y me sacara de ahí volando. Pobrecito. El dolobu no se dió ni cuenta. Debo reconocer que no estuvo taaan mal. Hasta me divertí un poco viendo las caras que ponía cuando les contaba sobre mí -ellas preguntaron, lola-. Pero básicamente dos voces llenaron el living, y la tarde, que yo veía escaparse, pensando en todo lo que tenía que hacer.

Y llegó, el desafortunado momento. No sé cómo al bichi se le ocurre mencionar -o fui yo? estaba tan mareada que no recuerdo- mis salidas matinales a correr. "¿Pues por qué no vas tu también?" dijo Santa Madre a Florecita, quien sonreía su cara de Goofy saltando en el sofá de felicidad.

Nena, me levanto a las seis menos cuarto!!!! vos no te levantás ni a las 8!!! llevo meses!!! me costó, pero ya corro bien!! vos no caminás ni media cuadra!!! es mí espacio!!! quién sos para invadirlo??? de qué vas a hablar conmigo, ridícula!!! me vas a vender bijouterie??? dejame en paz!! basta!!! BASTA!!! además, L me mata, y con razón!!! qué hacemos con este bodoque en el medio, parándonos cada dos minutos y muerta de emoción por enterarse de qué hablamos y sumarse al chisme???

"Bueno", pensé yo, "seguro dice eso ahora, pero ni ahí se va a levantar, a esta no le veo más el pelo", me ilusioné aliviada.

Domingo, noche, tarde, timbrazo: "Vamos, si? si? si? andale, ándale" obvio no, "L se quemó de más y le arde tanto la piel que ni ponerse la ropa para correr puede, y no saldremos por unos días... si... láaaastima". Zafé.

Lunes, una y media de la tarde. Timbre, justo cuando voy saliendo. Ventanas abiertas, cortinas corridas. Ni dónde esconderme. Atiendo con la cartera colgada e el hombro. Florecita y retoños. Yo, cara de culo y de "Ya me iba". "Hola!! -mientras entraba, sonrisa sádica y niños sentándose en el sillón- vengo a mostrarte mi bijouterie". Y vino con la bijouterie nomás. A pesar de haberme preguntado y haberle dicho que no usaba ni anillo. Nena, veme, qué te hace pensar que me voy a colgar tus cuentitas de vidrio sobrepreciadas y tus ositos de "Tous"???? Con suerte aros, y los que a mí me gustan querida, no cualquier cosa que brille y ande por ahí.

Bué. Al final terminé encontrando por ahí el regalo perfecto para mi vieja. Listo linda. Ya está, ahora, dejame en paz, si? Pretty please with sugar on top? Digo, ya cumplí, ya te atendí, muy propia -pero eso sí, con una cara de culo de miedo y dejando muy en claro que tengo demasiado que hacer.

¿Date cuenta no??

Y para peor, cierra la visita con un "Los vine a buscar el sábado para ir a jugar canasta con unos amigos, pero no estaban. Estaban de paseooo???(ojos inquisidores)". QUÉ TE IMPORTA!!!! ME QUIERO MATAR!!!

¿Cuando?? decime, ¿¿CUANDO??? nos volvimos tan amigas???

Hoy le cancelo por segundo día la salida a caminar por la tarde, esperando que de una vez capte el mensaje y me deje en paz. Hace dos días que todas las cortinas de casa están cerradas, y no le abro la puerta a nadie. No importa cuánto toquen.

Escribo esto presa de un ataque de paranoia: a esta altura, sólo me queda pensar que ya se dió cuenta, pero se divierte morbosamente jugando con mi miedo a salir y encontrármela a ella o a su mamá. Hasta me la imagino relamiendose mientras piensa en el momento en que ofendida por mi desaire, vaya a llorarle a mami y su esposo, quienes la consolarán diciéndole que no se preocupe, que igual a la loca esa más le valía tenerla lejos porque luego luego se le ve lo díscola.

Y ese momento está cada vez más cerca. Lo sé porque -además de que mientras escribo esto mi ceja derecha salta- me siento invadida, controlada, acosada e impuesta. Y cuando me siento así, y además con gente que no es importante para mí, mi capacidad de frialdad y sequedad, de indiferencia y de honestidad brutal si es necesario, es sosprendente.

Y la verdad, me hace felíz sentir que el momento se acerca. Quiero volver a ser la vecina mamona, ermitaña y extraña que se viste raro, deja música puesta hasta cuando no está y grita como desaforada cuando hace el amor con su esposo. Ser una loca puede llegar a ser realmente muy útil: la gente medio te teme, y por ende no te jode.

Ya me lo decía L, con tanta razón "Yo, con los vecinos, nada. Prefiero que me tachen de mamona a que se me metan hasta la cocina".

Cierto. Y bué. Hay que arreglar esto. Tendré que pelar mis mejores armas, porque cómo extraño mi libertad.

No hay comentarios: